lunes, 14 de febrero de 2011

"Hacer la calle" ¿por qué?

(A la derecha, en el apartado "Páginas" tiene una titulada "Dolores alexandre y el Cuaderno de Vida" Te sugiero que la visites. Tiene mucho que ver con esto de "hacer la calle")

“Hacer la calle”

¿Por qué este título del blog?

Hace un tiempo me pidieron de la Revista "Catequistas" una colaboración durante algunos años y me invitaron a que le pusiera un título a dicha colaboración. Después de pensarlo, y de acuerdo con el contenido que iba a verter en él, le propuse a mi amigo Ginés, director de la Revista, este título. No le pareció mal. Venía muy bien, como decía, con el contenido. “Hacer la calle” suele tener otras connotaciones, pero me parecía que también definía bien aquello que yo iba a compartir: se trataba de ayudar a leer la vida cotidiana, los hechos, los acontecimientos con una mirada profunda, desde el corazón y al corazón de los mismos; una mirada de la realidad desde el evangelio. Mirada que, lejos de prejuicios, fuera una mirada limpia en la línea de la bienaventuranza de Jesús de Nazaret: “dichosos los que tenéis un corazón limpio”. Una mirada de las cosas reales, sencillas, de todos los días; una mirada hacia tantas y tantas historias humanas con las que nos encontramos día a día y que vivimos unos y otros. Y para esto hay que estar atentos a lo que sucede alredor, hay que salir, hay que descubrir que Dios nos cita ahí, en el espesor de la vida. El misterio de la encarnación no ha dejado fuera de sí absolutamente nada que sea humano. Nuestras experiencias de fe tienen su encanto y mediación en la realidad y experiencia humana. A Dios le interesó (desde siempre) la vida, la historia de su pueblo, los acontecimientos… Dios se iba revelando en la historia y los profetas intentaban hacer eso mismo: atentos a la realidad, amasada con la oración y la revelación que Dios les había ido haciendo, descubrían revelación de Dios en la historia y para la historia. Decimos que no hay dos historias: una sagrada y otra profana, sino una sola y que es en al historia profana donde se realiza la historia de la salvación। Y con el misterio de la encarnación llega a la plenitud esa unidad entre vida y fe। No podemos divorciar la fe de la vida o la vida de la fe. El Verbo de Dios tomó carne humana, como la nuestra. El verbo de Dios asumió toda la realidad humana, y es en esta realidad donde nosotros también estamos llamados a descubrir las semillas del Reino, la presencia de la acción del Espíritu, los lugares donde se intenta bloquear su acción. Es en la vida real y concreta de las personas, de los pobres, donde estamos llamados nosotros descubrir que el Espíritu de Dios no deja de trabajar. De manera que, cuando nosotros como evangelizadores llegamos a las personas, analizamos los acontecimientos, estudiamos la historia, intentamos llevar adelante la Buena Noticia, el Espíritu ya lleva trabajando mucho tiempo esas realidades, esos corazones, esos colectivos… Y a nosotros nos toca, en primer lugar, estar muy atentos a esos signos del Espíritu para poder seguir su orientación y colaborar con Él, en vez de hacer lo que a cada uno nos venga bien o introducir “nuestro proyecto” sin contar con el de Dios.

Os invito ahora a escuchar el Bolero de Ravel. Una pieza con una interpretación que me parece muy buena. ¿qué tiene que ver el Bolero de Ravel con la contemplacón de la vida cotidiana? Si os fijais, el Bolero de Ravel es una pieza que va repitiendo constantemente tanto su ritmo como la melodía muchas veces, y sin embargo siempre parece nuevo el deslizar de su melodía y aún de su ritmo. Sus suaves subidas y repetidas de tono, nuevos instrumentos que se van añadiendo, nueva intensidad, después aparecen las voces humanas, luego... Todo eso y mucho más es lo que hace resaltar la belleza de la pieza y la invitación, a quien la escucha, a dejar que entre cada vez más en su espíritu, al ritmo y a intensidad de la música en su interior. Algo que parece monótono, se va descubriendo como siempre nuevo. Pues así nos pasa con la contemplación de la vida cotiana: nos puede parecer monótona, da la impresión de que siempre es la misma, no hay nada sobresaliente un día y otro pero... si acogemos esa vida con atención, con profundidad, iremos descubriendo cantidad de matices, de experiencias sencillas, de detalles aparentemente insignnificantes... hasta descubrirla en su originalidad, en su sorpresa, en su produndidad y dejarnos coger por ella que se nos ofrece como mediación del ritmo y de la melodia de Dios que está como dirigente de la orquesta dejando aflorar la belleza que encierra esa partitura fría y estática para quien no sabe descubrir la sublimidad de esa música.

EL BOLERO DE RAVEL